10. El Sabio Agorero

Segunda Parte

(Incluye el Tema musical “Deberían Saber de Gilberto Pluzarti)

Era el noveno día, del noveno mes, del noveno año, que el rey Nohoch-U’Bakel  (Cuerpo Grande) gobernaba el pueblo de los Itzáes, por eso había mandado llamar al sabio agorero Ha-Tzek-Yopankil (Gran Calavera Ardiente) para que revelara las señales que el Gran Dragón Celeste había manifestado respecto al porvenir de su pueblo. Pero como también nueve eran los cielos que no se sabía nada de él desde que lo mandaran llamar, una Chilám o Profeta había tomado su lugar en el arte de hablar con el morador del noveno cielo. Cuando el anciano llegó a la ciudad, no se apresuró, caminó con su habitual paso cansado entre las galeras adosadas, y remontó la escalinata con alfardas que terminaba en la cámara real. La poca luz y el humo del sahumerio recién encendido, no le permitieron distinguir al monarca envuelto en una capa de plumas de cuervo. Por eso en vez de dirigirse a su real persona, se dirigió a la Chilám de piernas desnudas que estaba a su lado quien llevaba una enorme máscara Kan-Tsiknal-Bakab (Vertedor de los Cuatro Vientos) que representaba los agüeros y le confería la autoridad para ser la Mensajera de los Dioses.

―Mi señor, perdona al tiempo. Ese villano que siempre va dando zancadas más largas que las mías. Perdona la tardanza que causan los muchos años que merman el vigor de mi cuerpo, y apremian a delegar el mágico entender de nuestros ancestros al discípulo que ahora me acompaña ―habló así el Tzek-Yopankil, aunque detrás de él no había nadie más.

Cuando el humo del copal se hubo disipado, el anciano pudo ver que el monarca estaba al lado de la Chilám.

―Cierto es que viejo y cansado estoy ―se disculpó sonriente― pero todavía puedo reconocer que esta Profeta es la hija de los bendecidos Ix Wayhak (La Que Ve Visiones En Sueños) y Kan-Wolka’ab (Puño Amarillo).

―Ix-Huul-K’in es su nombre ―la presentó el rey solemne― Rayo de Sol ha sido la Intérprete de los Agüeros los mismos nueve cielos de tu ausencia, y aunque largos han sido nuestros desvelos, todavía no hemos podido esclarecer el misterio que nos ocupa.

―Mi señor, según el orden de las cosas “el cuándo y el dónde” son por voluntad del Dios Creador Hunab-Kú.

―Tomox-chi-Nohoch (Gran Agorero) ―lo aduló el rey mencionando uno de sus muchos atributos― oriéntanos con lo siguiente: durante el primero y segundo cielos la Chilám reveló un agüero peligroso, una dualidad que era un mismo ser habitando dos Soles que eran uno y el mismo, y al mismo tiempo en dos soles diferentes. ¿Podrías explicar esto?

―Dualidad de género, dualidad de tiempo ―afirmó el sabio pensativo― significa que la dualidad habitará un sol como hombre, como mujer otro sol, pero como ambos soles son uno y el mismo, deberá ser en tiempos diferentes, y en un tiempo dos lugares, si este último es nuestro tiempo, los lugares deberán ser Ka-K’in-Chikul-Na (La Casa Doble Signo del Sol) y Yáax-Ah-K’in (La Región del Primer Hombre Sol).

―Kambesah-Kan, Maestro Serpiente cuyo nombre estará escrito en el libro de los agoreros, revélanos lo siguiente: durante el tercer cielo, la Chilám vio a la dualidad siendo devastada en Chak-Mox-Na (Mansión Roja del Dios del Fuego) y resurgir entre las cenizas ―inquirió el rey.

―El fuego que todo consume simboliza la renovación. Significa que para nacer, primero hay que morir.

―Yax-Ka’an-Ich (Ojo del Cielo Azul) tú que todo lo ves desde lo alto, ilústranos: durante el cuarto cielo la Chilám vio a la dualidad ser alimentada por el Dios de la Abundancia donde el sol era uno, la tierra una, y la luna una.

―Significa que la dualidad transformada en un ser único, deberá ser alimentada con el fruto de nuestra tierra con la misma generosa abundancia con que Yum-Viil nos bendice.

―Ah Na’at-ach (Hombre Astuto) revélanos por qué durante el quinto cielo Oxlahum-Sitbil (El Trece Ordenador) se transformó en K’ak’aknakek (La Extraña Estrella que Flota).

―Quizá sea el conducto por el cual El Dios Regente otorgue orden a las cosas ―respondió el anciano inseguro.

―¿Quizá? ―inquirió el rey incómodo con la irresolución.

Pero el anciano en lugar de expresar una conclusión satisfactoria, le preguntó a la Chilám:

―¿En verdad viste a esa extraña estrella surcando nuestro cielo?

Ix-Huul-K’in movió afirmativamente su enorme máscara con nariz de junco, con lo cual el sabio agorero quedó aún más confundido meditando la cuestión por un largo tiempo.

―Nojil-Ch’iija’an (Gran Anciano) ―el rey interrumpió sus cavilaciones impaciente― revélanos porqué durante el sexto cielo la Chilám vio la casa del sol siendo devastada por una inmensa masa de agua.

―Lo que la Chilám ha visto es un augurio de devastación y muerte, pero como nosotros no estamos rodeados por el agua, se refiere a la tierra ancestral de nuestros padres que está en medio del océano ―respondió el sabio agorero.

―El surgir del séptimo cielo fue puro, muy limpio desde el amanecer hasta el anochecer del octavo cielo, cuyo agüero era no desear.

―Significa que la pureza deberá permanecer sin mancha, y esa virtud deberá ser una sabia virtud.

―Durante el noveno y décimo cielo ―continuó el rey― la Chilám vio a La Gran Tortuga, a la estrella Noh-ek y al Trece Ordenador formando una flor en el firmamento. Por eso existe el temor de que con el cielo de la Luna sobrevenga una gran desgracia.

―El amor y el orden rigen las señales del Dios Creador ―afirmó el anciano, y después de una corta reflexión le preguntó a la Chilám:

―¿Podría ser la dualidad una flor?

Ix-Huul-K’in meditó largo tiempo la cuestión, hasta que repentinamente respingó moviendo afirmativamente su gran máscara de junco, como si ella también hubiera alcanzado esa misma conclusión.

―Si el designio es una flor, entonces su naturaleza estará gobernada por el amor y por su savia, que en este caso es la sabiduría ―razonó el anciano en voz alta―. Entonces la misión del designio será menguar los malos augurios de devastación y muerte, pues promete un cielo azul para nosotros y para el pueblo de nuestros padres. Pero como también prevalece la advertencia de conservar limpia la pureza y no desear, se puede deducir el siguiente significado: “la flor peligrosa que se cultiva con amor, la vida dará por amor si no es deseada, y con su sabia virtud dará larga vida a nuestros padres”. Pero ahora que el designio ha sido revelado, ahora que conocemos su secreto, es nuestra obligación hacer que se cumpla para que esta bendición no se revierta en una maldición.

―¡Mejor hubiera sido desconocer su significado! ―juzgó el monarca mostrándose escéptico.

―Hoy es Buluc-ch’ab K’iin-Kan (Onceavo Cielo, Cielo Soleado) si el día continúa despejado, por la noche veremos las estrellas del doceavo cielo. Si mañana se repite el mismo ciclo, la luna del Dios Lechuza ocultará la flor en el firmamento, entonces será ya tarde, eso significa que solamente nos queda un día para encontrar la flor del designio ―declaró el anciano buscando en la máscara Tsiknal-Bakab el consenso de su augurio.

Al ver que la Chilám asentía, el sabio agorero dijo entusiasmado:

―¡Ahora no queda la menor duda!

―De lo que no queda duda, es que se trata de una maldición, una muy grande y terrible ―discurrió el rey.

―Como todo indica que esto es un asunto serio y peligroso, hay que actuar con presteza ―aseguró el anciano.

―¿Qué peligro puede haber en hallar una flor? ―inquirió el monarca impaciente.

―Mancillar la pureza, provocar la ira de Hunab-Kú.

―Si es tanta la premura mandaré llamar a los jefes tatich, a los caciques batab, incluso a las tribus vecinas para formar un ejército de hombres, mujeres y niños si es necesario, para encontrar esa flor en un solo día.

―Perdona que contradiga la sensatez de tu buen juicio, pero la visión de la Chilám durante el octavo cielo reveló que sólo un alma pura puede realizar esa tarea. Por eso creo que el indicado es mi discípulo, el hijo del gran Nu-Balam-Chaknal (Jaguar de la Guerra).

―¿El hijo del valeroso Nacóm que acabó con los demonios asesinos? ―preguntó el rey asombrado―. Pero dime, ¿qué mueve tu convicción para que tu discípulo pueda realizar con éxito una tarea tan significativa?

―Su fortaleza de espíritu, su voluntad implacable y el don de poder dialogar con la madre selva.

―Hazlo pasar ―ordenó el monarca.

El anciano salió al atrio y regresó acompañado de un joven guerrero con la cara pintada de negro y escarlata, vistiendo taparrabo y tilma de jaguar.

―Pixan Balam es su nombre ―lo presentó el sabio agorero.

Al verlo la Chilám, impresionada dio un involuntario paso atrás.

―Um-h’el-beentzilaan Nohoch-u-Bakel-Ahaw U-pakachab-bu (Padre bendito gobernante, Gran Señor Cuerpo Grande, recibe el regalo de las abejas) ―lo saludó el joven Espíritu de Jaguar ofreciéndole una jicarita con miel negra.

Entonces el Tzek-Yopankil dijo en tono solemne:

―La flor que El Trece Ordenador trajo a nuestro tiempo como una promesa de vida, es también una amenaza de muerte.

―Padre, oriéntame para poder servirte.

―Hoy fue revelado lo incierto que es el futuro de nuestro pueblo, pero como Hunab-Kú es compasivo, ha pedido acatar con fe y buena voluntad el designio que desviará el sendero de nuestro destino. En tan sólo un día, deberás encontrar una flor donde muere el sol. Quizá sea grande, quizá pequeña, tal vez sea roja o blanca, no conocemos su color ni su forma pero sabemos que es peligrosa. Hijo amado, actúa con convicción, utiliza tus sentidos, honra la memoria de tu padre siendo sigiloso, escucha al espíritu verde, observa, respira, confía, y procede con humildad para conservar pura la pureza sin profanar el agüero que reza: “La flor peligrosa que se cultiva con amor, la vida dará por amor si no es deseada y con su sabia virtud dará larga vida a nuestros padres” ―reveló el Tzek-Yopankil haciéndolo partícipe del designio de la estrella, para que se cuidara de no arruinar las propiedades de la misteriosa planta.

―Fe y confianza guiarán mi espíritu ―afirmó el joven guerrero con determinación.

El monarca bendijo la misión arrojando tres bolas de copal kik en el sahumerio.

El anciano quiso decir algo más, pero el guerrero se había transformado en humo, y nada más quedó de él en el lugar.